domingo, 21 de octubre de 2007

Elephant parade


La calle expelía algo así como un oscuro polen, una noción a humedad que masticaba las suelas. Bajo las pisadas, los charcos, pero esos charcos de remembranzas, esos que se desenvuelven a tientas tras la mirada. A Natalia le gusta escarbar en esos charcos, le gusta sumergirse y volver con las manos llenas de colores. También le agrada el sonido del tacto, ese poder que se arraiga al silencio cuando dos personas se acarician. A Natalia le gusta el dulce de leche, dar saltos sobre la hierba, hacer escalones al cielo y dibujarse en la memoria cada hoja seca pendiendo del otoño. Le gusta abrazar a los árboles cuando llueve, seguir a las hormigas y tirada en el patio, comer naranjas en verano. Pero lo que más le agrada, lo que más la apasiona, es coleccionar notas abandonadas; esos papelitos que se quedan estancados en momentos, en historias que no pudieron ser o que acabaron. Alguna vez leyó por ahí en un libro de Sartre algo similar, -pensé no ser libre- se dijo a si misma, recordando a aquel hombre que por no recoger una nota que encontró en el camino, perdió un poco de templanza. Desde entonces las guarda, las atesora como si fueran parte de si misma, como si su propia piel se las dictara.

Ese día salió a fumarse las ideas, a recorrer un poco en sus adentros, a solas. Notó que algo rugía en el aire, algo que no podía palpar, -Quizás es lluvia- pensó, lo que para ella siempre era bueno. Y es que había algo en la lluvia, una especie de rumor quebrándose dentro, dentro de ella, dentro de todas las cosas, como un velo que arrastra toda la melancolía del mundo y que ella estaba dispuesta a abrazar. Apretó un poco el gamulán a su cuerpo, camino un par de minutos montada sobre sus ideas, -¿Cuántas personas estarán caminando a solas ahora mismo?, ¿Por qué huele así la tierra mojada?, ¿Por qué las banquetas parecen mirar?-; observó las llamas que nacían de todos esos árboles rojos, amarillos, mudos, desahuciados, acompañándola, hasta doblar la esquina y dejarlos atrás.

A Natalia le gustaban las cosas que no podía explicar, como por qué su abuelo olía los libros, o por qué los domingos siempre le daba más sueño, por eso absorta, observaba como dentro de un remolino jugaban las hojas y el viento, como el vórtice de ese segundo la tomó de la mano y la llevo a su niñez. Así, por su mente, vagabundeaban imágenes, sensaciones, incluso preguntas como -¿Qué tipo de fuerza gobernaba esos momentos? o ¿Por qué se retrocedía el espacio?-. Se le acalambro la piel al divisar un papelito dentro de ese pequeño torbellino. Parecía ser una nota, una nota que se columpiaba en sus ojos y comenzaba a generar cierta ansiedad. Saco las manos de los bolsillos y trato de correr tras de ella, se le escapaba, parecía escabullirse, con la única intención de no revelar su secreto. Natalia corrió, dejando atrás ese mundito que maduro recuerdos, corrió hasta hacer retumbar sus pasos, hasta que en cuclillas y crispando los dedos pudo apoderarse del misterio. Se levanto distinta, ahora flotaba en una pausa que le oprimía las entrañas, que le hacia iluminar el rostro. Miro sus manos apretando la notita, como no dejándola respirar, la abrió con cuidado, era una servilleta, -una simple servilleta- se dijo, pero lo que no lograba comprender, era el mensaje que arropaba, -elefante- susurro, -elefante-. -¿Quién podría escribir una nota así?- pensó, no se trataba de un mensaje, o de un aviso, era una nota y decía –elefante-. Repitió para si muchas veces -elefante, elefante, elefante-, no pudiendo resolver lo que ocultaba. Después de algunos pasos y dándose por vencida, doblo en cuatro la notita y la guardo en su bolsillo izquierdo.

La ventana se quejaba de frío, las cortinas bailaban y ella seguía boca abajo, en la cama, clavándole los ojos al abrigo. –Elefante- se dijo, -mis memorias son como elefantes… ¡si! como elefantes con alas- dijo enredada en un salto. Se bajo de la cama, tomo su abrigo y saco el papelito. -E-le-fan-te…- susurro, para sentarse a lo indio en el suelo y recordar un sueño que tuvo hace algún tiempo. Perseguía palabras en un tren cargado de elefantes. Los vagones oxidaban al tiempo y la tráquea se le llenaba de nudos. -Los elefantes no eran más que vestigios- se dijo, entendiendo por fin la analogía del sueño, sueño que le persiguió por días tratando de cazar algún significado. -Y los rieles son el tiempo y el vagón mi vida- pensó mientras se sonreía. -Todo gracias a una simple servilleta... E-le-fan-te- dijo a media voz, para dar un salto de alegría, abrir el cofrecito sobre el velador, guardar la notita y correr a la cama a dormir la siesta y con suerte, soñar con elefantes.

13 comentarios:

Anuar dijo...

hay uan sonrisa esperando en cada esquina de tu cuento. Mucha inocencia y un mensaje que invita a redescubrir la belleza de los sueños. El comentario me esta quedando como (pseudo)crítico literario de la editorial alfaguara, pero tu cuento. Esta lleno de esas pequeñas cosas que forman parte de nuestras vidas, haciéndola más llena. Lástima que necesitamos de notas escapistas y elefantes en trenes para descubrir... redescubrir una sonrisa y la vida de siempre pero más vida.


Me gustaron tus cuentos, Gia. Y espero que vengan muchos más, a raudales, por montones.

Un fuerte abrazo.


AC

Santiago Paz dijo...

"-Elefante- se dijo, -mis memorias son como elefantes..."

No me puedo abstraer a la idea de que las memorias son como los elefantes: enormes, pesadas, duraderas y por sobretodo, "con buena memoria".

Buen cuento.


Beijos.


atte:
Paz

matlop dijo...

si...lo compartimos!!
en nuestras sonrisas!

=)

M:

Stephen Gordon dijo...

Más que un escenario onírico, el cual me atrevo a decir que surge de manera involuntaria. Creo que es el reflejo vivo de una realidad, la del paso de los años. Elefantes, quizá en una cuerda floja, hoy alguien me escupió una palabra que me resuena en los timpanos y tú la has sacado a flote en este precioso cuento. Funambulista.

Yo LLena de recuerdos que dejo el paso del tiempo, con un nudo en la garganta sin saber como volver a empezar. Deben ser los putos elefantes que confunden mi visión.

Ay no sé pero de verdad explica mi sentir.

Amorexia. dijo...

Tu cuento es precioso!
Soñar con elefantes dentro de boas abiertas o cerradas?
me sacaste una sonrisa que buena falta me hacía hoy. Gracias por encontrarme en las letras.

Tu comentario se me hace interezante a mi... nunca pensé sobre amorexia de esa manera.

Renée dijo...

estas al borde de lo narrativo
deberías intentar escribir cuentos
hay imágenes muy bellas en tus escritos, la historia en si me parecio cercana por lo que me gusto más
saludos te grageo a mis ontactos de blog

Anónimo dijo...

Escribes con los ojos y miras con tus manos lo que quieres relatar. Que fácil fue encantarme con Natalia e intentar resolver con ella el misterio . . .

Ahora -como en un buen libro- se comienza a llenar con nostalgía el espacio que dejó Natalia en el minuto y medio que vivió.

mis felicitaciones

Pd: Gracias por pasarte a mi Blog, eres bienvenida, y claramente visitare más seguido tu espacio virtual.

No me creas dijo...

Aquí te estaba faltando yo, te la debía. Me dejé de corretear por los pasillos de la U y me pasé a dejarte este post. Está muy bueno gianna, muuuuchísimo mejor de lo que me mostraras en prosa hace años atrás (años luz), y por cierto que a mi me gusta más la prosa. Es cálido y dulce, como cuento de invierno.


Saludos cabra.

tierragramas dijo...

concuerdo con amorexia. Tu cuento es precioso, tanto asi que no sé si el sueño sean los elefantes, o ese buscar papelitos con mensajes.

No sé, felicitaciones... eso!

tierragramas dijo...

ah, genial que te gusten mis relatos. Trato de dedicarle el tiempo que se merece.

Lo que dices de la inspiración, es verdad. A eso tienes que sumarle el tiempo. Yo trabajo, y el tiempo no siempre alcanza. Y otras veces alcanza, pero tienes sueño, tienes flojera, o te invitan a celebrar por ahí.

Escribo harto, pero no tanto como quisiera. Ahora que me compré un notebook, la cosa se me hace más fácil. Puedo escribir acostado si quiero.

Saludos, coterranea.

Espero leer algo tuyo pronto

gius.ba dijo...

hola amiga de blog
cuidate mucho

http://www.artmajeur.com/giuseppebagattoni/

Claudio dijo...

...Te dejo un saludo por acá...

..Aps, patudamente te agregué a mi msn.....
....Sigue escribiendo asi, me agrada. =)

alberto augusto miranda dijo...

traducido al portugués (parcialmente) en incomunidade